Manuel Román abre la Puerta Grande en Aranjuez

Crónica 


PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 

Aranjuez celebró su tradicional corrida Goyesca, un festejo mixto en el que el rejoneador Joao Ribeiro Telles, Álvaro Lorenzo y Manuel Román se midieron a los de Ribeiro Telles, Zacarías Moreno y Garcigrande, respectivamente. Los astados dejaron una tarde variada e interesante en la que se alcanzaron los triunfos. Ribeiro Telles tuvo que buscar la emoción y la conexión de la gente con su buen hacer, poniendo todo de su parte. Álvaro Lorenzo encontró armonía con el primero de su lote, que también le exigió y hubo que mimar, con el quinto hizo una labor de imposicion y ganas. Manuel Román dejó un toreo de calidad y profundo, con una entrega absoluta, clase y un gran sentido del temple, que le llevaron directo a la Puerta Grande.

Abría la tarde Joao Ribeiro Telles que dejó correr al primero de su lote, resultando suelto. Le costó meterlo en la grupa, pero rápidamente se desligaba. Logró dejar el rejón de castigo, para después tratar de mantenerlo metido sin éxito. No había movilidad ni transmisión en el astado. Le puso más Joao de lo que había. Cambió las cabalgaduras y empezó con las banderillas, en las que lo buscó al quiebro, luciéndose. Lo puso en largo y en el encuentro dejó los palos, adornándose, poniendo todo lo que el animal no transmitía. El animal tenía una carrera mansina de poca alegría, pero que en corto algo más de partido le sacó. Hizo un nuevo cambio de caballo y continuó con las banderillas. Sería con este último con el que aprovechará esas distancias cortas para lucirse al quiebro, apurándolo, ciñéndoselo todo lo que pudo y más. Hizo un último cambio y trató de volverlo a meter para dejar el rejón de muerte, siendo efectivo.

Álvaro Lorenzo le fue ganando terreno al segundo de la tarde, metiéndolo en los vuelos, templando y llegando a estirarse con el. Transcurridos los tercio de varas y banderillas, se alcanzó la faena de muleta, en la que el diestro la inició junto a las tablas, yendo a su encuentro, pero citándolo en la larga distancia. Lo fue sacando al paso, bajándole la mano, con cadencia y despaciosidad, sin acusarlo. Tras aquellas probaturas, siguió toreando sobre el pitón derecho, con el trazo largo, dándole salida, muy rectilíneo. Al primer pase le costaba, pero el resto los seguía, lo mimó y le levantó la mano en el cite, para después bajársela paulatinamente. El animal se mantuvo fijo en la franela, siguiéndola con ligazón, permitiendo al diestro envolvérselo al cuerpo. Continuó por el derecho, con mejores entradas que salidas, teniendo que mantenerle la tela en el morrillo para evitar que se le fuera.  Se le acabó metiendo en tablas, por lo que tiró de el y lo volvió a sacar del tercio para mostrarlo al natural, siendo los vuelos y el giro de muñeca quien lo mantuviera en el engaño. Tuvo muy buenas condiciones el animal, solo había que saber tocar las teclas. Pasaba a media altura, hasta que se le terminó rajando, acudiendo a las tablas. Culminó hasta exprimirlo, sin quitarle la muleta de la cara. Cerró a pies juntos, por ayudados y una estocada al segundo intento.

Manuel Román salió para saludar al tercero de la tarde, un novillo de Garcigrande al que le costó encelar, saliendo suelto de la seda. Logró recogerlo y atarlo en corto, captando su atención ya en los medios. Brindó al público y abrió los primeros compases de la faena, pasándolo por ambos pitones, en un tanteo por alto con un novillo que repetía y exigía en la tela. Había que templarlo y bajarle las revoluciones, a lo que rápidamente, Manuel respondió con mano baja y temple. Lo sacó del tercio y continuó sobre el pitón derecho, poniendosela muy plana, alargando la embestida en un trazo infinito y limpio. Tandas cortas pero de mucha calidad fueron claves para ir dando forma a la faena. Se lo enroscó a la cadera, una cadera que acompañaba la embestida del animal, que lo pasaba con cadencia y despaciosidad. El público estaba totalmente entregado a la faena de Manuel, que ahora seguiría al natural, con un pitón izquierdo por donde le costaba algo más bajar la cara, pero al volver a coger la línea, limpió el trazo. Acabó acortando y buscando al natural, por lo que no tardaría en recuperar la mano derecha. Montó la muleta y volvió a pasarlo, poniéndosela en el morrillo, deslizando con suavidad, sin brusquedad alguna. En la suerte suprema dejó media estocada.

Joao Ribeiro Telles marcaba el ecuador del festejo, esperando para saludar al de Ribeiro Telles, que salió con movilidad, pero suelto y con poco celo, buscando las tablas, totalmente ajeno a las demandas del rejoneador. Logró dejar el rejón de castigo pero prácticamente a toro parado. Le soltaba la cara y se desligaba rápido de la grupa. Tuvo que provocarle y buscarlo en más cortas distancias para llevarlo metido. Empezó con las banderillas, no sin antes cambiar de caballo, con el que logró fijarlo y correrlo de lado bordeando las tablas. Les prestó una movilidad limitada que trató de aprovechar, primero junto a la madera y después sacándolo hacia los medios para lucirse con los palos. Lo provocó en la larga distancia para buscarlo al quiebro en el encuentro y dejar las banderillas. Hizo un nuevo cambio de caballo, envolviéndolo en los medios para culminar con los palos, dando paso a un nuevo cambio y al rejón de muerte, con el que no encontró acierto.

Álvaro Lorenzo saludaba al segundo de su lote, el quinto de la tarde, un toro de Zacarías Moreno al que bregó hasta encelarlo y estirarse con el mientras le iba ganando terreno, sacándolo del tercio. Inició la faena con un tanteo por abajo en el que lo fue sacando, doblándose con el,  exigiéndole. Ya en los medios tuvo que acortar las distancias para meterlo, pero una vez encauzada la embestida, acometió con ritmo, siguiendo las directrices de la mano derecha. Insistió sobre aquel pitón, con un toque firme y fijador, bajandole la mano envolviéndolo a su cintura, pero cortando y rectificando, evitando que desluciera. Acompañó la embestida, con despaciosidad, abriendo y aireando la embestida, evitando que se sintiera podido. Se echó la franela a la mano izquierda, perdiéndole pasos, llevándolo uno a uno, aguantando los tiempos que el astado le marcaba. Le faltó motor, todo lo puso el diestro, empujando la embestida para que pasara.  El de Zacarías era noble y se dejaba llevar, pero a otra intensidad, muy despacio, entre muchos cuidados, mucha voz y un toque firme. En la suerte suprema falló con los aceros.

Cerraba la tarde Manuel Román, con un novillo de Garcigrande algo suelto que se recorrió la plaza. Dejó pinceladas a la verónica, al tiempo que lo iba encelando y sacando a los medios. Inicio de cadencia y torería mientras los pasaba por ambos pitones. Continuó sobre el pitón derecho, asentándose con el astado, muy despacio sin prisas.  Suavidad, deslizando la muleta por el albero, sin asperezas, acompañando la embestida. Cambió al pitón izquierdo, ahora sí con un ligero toque, tirando de riñones, encajándose con un astado al que llevó toreado hasta el final. Supo medir el sitio, la altura y las distancias, dejándosela puesta cuando el de Garcigrande se lo demandaba. Alargó la embestida y la estiró. La faena se desarrolló por el pitón izquierdo, pitón al que buscaba adelantándole el vuelo de la franela,  dejándoselo en el morrillo. Culminó por manoletinas y una estocada en la que se tiró con todo.

Aranjuez. Toros de Ribeiro Telles, Zacarías Moreno y novillos de Garcigrande para Joao Ribeiro Telles, oreja y silencio; Álvaro Lorenzo, oreja y ovación tras aviso;  Manuel Román, ovación tras petición y dos orejas.




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