Víctor Hernández, única oreja en la novillada de Madrid
Crónica
PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ
La Plaza de toros de Las Ventas recuperaba los festejos dominicales con una novillada de diversas ganaderías, Julio de la Puerta, Fernay y Carriquiri para Víctor Hernández, Aarón Rodríguez y Álvaro Burdiel. El encierro dejó una tarde variada, bien presentada y con pinceladas. El mejor novillo de toda la tarde fue el primero, un astado de Julio de la Puerta de buen fondo y condiciones que se entregó en la muleta de Hernández. Los de Fernay fueron algo más inciertos, con embestidas a dos tiempos y más teclas que buscar. El tercero incluso le pidió el carné a Burdiel. Cerraban la tarde los de Carriquiri, con mejor inicio que final de faenas. Víctor Hernández tuvo la Puerta Grande en sus manos, tras encontrarse con el mejor novillo de la tarde, al que le cortó una oreja de ley. Sin embargo, con el segundo de su lote, todo lo tuvo que poner el espada, sin que el astado ayudara en una faena que no rompería. Aarón Rodríguez se encontró con un primero complicado que lo volteó causándole un hematórax derecho y un puntazo corrido. A pesar de las recomendaciones médicas salió para lidiar al quinto, con el que hubo pinceladas pero que le duró muy poco, la espada le pasó factura. A Burdiel, el tercero le pidió el carné, teniendo que diseñar una faena de exigencia y poder con el que imponerse. Con el sexto no tuvo demasiadas opciones para la expresión.
"Islero" de Julio de la Puerta abría la tarde en Madrid, en las manos de Víctor Hernández. Lo saludó después de que corriera la plaza, con un recibo comedido y bregado ante un novillo que se frenaba, incierto, dubitativo. Los de varas y banderillas no fueron sencillos, pero se alcanzó la faena de muleta y el espada se fue directo a los medios, sin probaturas. Allí lo esperó para recibirlo con varios pases cambiados por la espalda en los que tuvo que rectificar para que no se lo llevara por delante. Continuó sobre el pitón derecho, tirando del animal con suavidad aprovechando la inercia del animal para dejársela puesta y ligar. En el sitio, con temple, despaciosidad y delicadeza dejó unos compases que calaron en los tendidos. Al natural le faltó algo más de acople, sería ya avanzada la tanda cuando le cogiera el aire. Tocó abajo y uno a uno llevó, ordenando las embestidas y limpiando en su salida. Volvió al derecho, asentándose con el animal, encajándose a su paso mientras el de Julio de la Puerta planeaba en la tela. El viento, aunque no era excesivo, molestaba en el ruedo, así que fue un hándicap más. La armonía del astado, que pasaba como si fuera un carretón, no dejaba de embestir. Algo que el madrileño quiso aprovechar y exprimir, alargando la faena, ahora ya al natural, mostrándole el engaño y tirando de el. Mató con acierto y rotundidad.
Aarón Rodríguez, que se presentaba en el coso venteño, saludó al segundo de la tarde, con el que no se pudo lucir. Lo bregó sin llegar a estirarse, salió suelto. Cervantes dejo dos de los mejores pares del tercio, siendo estos muy ovacionados. Salió al medio y brindó al público, después bordeó las tablas y se acercó hasta los terrenos de sol para citarlo y tantearlo genuflexo por ambos pitones. Todavía midiendo la distancia y los pasos, cumplía con los primeros compases. Escogió el pitón derecho para tocar y llevar, pero con suavidad. Sus embestidas se daban en dos tiempos, perdiendo incluso las manos si se le exigía en exceso. Por este motivo, dosificó, acortando las tandas, para después darle tiempo y sitio antes de seguir. Por el pitón derecho buscó el acople, esperando la embestida para encauzarse a un mismo compás, pero había arreones y en uno de ellos lo prendió feamente. Rápidamente, los de plata lo cogieron y se lo llevaron a la enfermería, pero a medio camino, el espada se negó y dijo que quería terminar de torear. Claramente mermado, siguió por el pitón derecho, con desmayo, echándoselo atrás, envolviéndoselo a su cintura. La plaza se entregó a su faena. Al natural bastante más incierto, logró robarle algunos pases antes de cambiar la ayuda por la espada. Se tiró con todo y volvió a prenderlo en la suerte suprema. La espada entró pero el animal se tragó la muerte y de resistía a doblar.
Saltó al ruedo un novillo de Fernay con muchos pies al que Burdiel logró encelar y ganar terreno al compás del lucimiento. Se cambió el tercio y el novillero salió a los medios para brindar, después regresaría a las tablas para pasarlo por ayudados por alto, echándole el paso para ganarle el terreno y sacarlo del tercio. Tras aquel inicio pasado por ambos pitones, siguió por el izquierdo, echándole los vuelos al morrillo, cruzándose, abriendo, para después esperarlo con la tela ya puesta y preparada en el sitio, pero sin poder ligar. Continuó por el derecho, a base de teclas, tirando con suavidad, sin exigencias ni contrariarlo. Se fue desarrollando la faena pase a pase, sin que terminará de coger ritmo. El de Fernay no se lo puso fácil y siguió alternando pitones, recuperando la mano izquierda. Trató de guiarlo a base de voz y los vuelos delanteros. Miraba y se resistía a pasar, saliendo con un derrote buscón. Pasaba despacio, descomponiéndose al tocar la tela, por lo que evitó que esto sucediera limpiando el muletazo y adelantarse al novillo. Terminó con doblones por abajo. Mató con acierto.
Marcaban el ecuador del festejo Víctor Hernández y "Ringollano", un novillo de Carriquiri al que el espada logró meter en el percal y llevar, aunque sin lucimiento, pero sí encelado. Se alcanzó la faena de muleta y Víctor lo esperó por estatuarios, iniciando así el último tercio. Tocaba y acortaba las distancias, pero le costaba pasar al de Carriquiri, saliendo suelto por el izquierdo.continuó con el tanteo, pasándolo. Le dio tiempo y sitio para después tomar la muleta con la mano derecha y seguir tirando del astado. Ahora sí, primero con la muleta a la espalda, la fue adelantando poco a poco hasta mostrársela y tocarlo. El animal punteaba la tela y soltaba la cara, pero tenía ritmo. Poco a poco lo fue templando encontrando el compás al que llevarle. Cambió al natural, abriendo el trazo, aguantando y tragando los derrotes secos a su salida, que iban directos al cuerpo. Acabó en el tercio, pasándolo sin que la faena rompiera. Volvió a la mano derecha, de dos en dos, sin deslucir, sabiendo dónde estaban los límites y pasarlo sin deslucir. Alternaba pitones una vez más, decidiéndose por el izquierdo, rondando las tablas. Metió la mano con decisión y acierto.
Aarón Rodríguez saludó al segundo de su lote, sin llegar a estirarse con el, pasándolo. Tras brindar, se acercó al astado para recibirlo genuflexo en la franela, pasándolo con ritmo, templando y exigiendo por abajo. El animal tomaba la muleta humillando, sin embargo, había que dosificar las embestidas para que le acompañaran hasta el final. Toca y se asienta con el pasándolo alrededor de su cintura, con cadencia y clase, aguantando incluso cuando se le paraba. El de Carriquiri tenía una continuidad limitada. Decidió probarlo al natural, mostrando un pitón izquierdo por el que no colocaba la cara, topando en la tela. Por este motivo, no tardó en volver a la mano derecha, viniéndose a menos la faena. Empezó a pasarlo de uno en uno, con muletazos largos, pero sin limpiarlos, quedándose, en ocasiones, muy encima. Todo lo que añadiera no le ayudaría. Falló con los aceros, intentando varias veces la suerte suprema, para, finalmente, pasaportarlo con el golpe de cruceta.
Cerraba la tarde "Acusón", al que Burdiel recetó alguna que otra verónica muy ovacionada. Empezó la faena, con un novillo sin fuerza y que poco le prometía. Le buscó las vueltas y las teclas por las que sacarle provecho, llevándolo sobre el pitón derecho, perdiéndole pasos para mantener la distancia. No le bajó en exceso la mano, se acoplo a su embestida lenta y tranqueante. Le echaba los vuelos al morrillo con suavidad, sin tirones secos. Desarrolló la faena desde los medios. Continuó al natural, abriendo el compás y dándole salida, pero sin que el animal culminara el pase. Aún así, el espada siguió insistiendo, con la muleta en el sitio, encauzándolo en un trazo ligero en el que le fue levantando la mano. Falló con los aceros, aunque encontró muerte en el golpe de cruceta.
Las Ventas. Novillos de Julio de la Puerta (1º), Fernay (2º y 3º) y Carriquiri (4º, 5º y 6º) para Víctor Hernández, oreja y ovación; Aarón Rodríguez, vuelta al ruedo tras aviso y silencio tras dos avisos; Álvaro Burdiel, vuelta al ruedo tras aviso y silencio tras aviso.
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