El toreo al natural de Talavante en Valencia
Crónica
GUARISMO DEL OCHO
La plaza de toros de Valencia celebraba su segunda corrida de toros de su Feria de Julio. Los diestros Alejandro Talavante, Cayetano Rivera y Andrés Roca Rey se midieron a los astados de Hnos. García Jiménez. Un encierro variado en el que primaron los toros venidos a menos, siendo quizá los más destacados el primero y el sexto de la tarde y el quinto el peor. Les faltó fondo y fuerza, limitando las opciones a los matadores. Talavante brilló, manteniendo el peso de la faena al natural, imponiéndose a un cuarto sin fondo. Con el primero el viento molestó bastante y algo más se pudo haber visto. Cayetano salió con ganas y hambre, derrochando variedad y entrega en sus respectivas faenas, sobre todo con el primero de su lote, ya que el quinto se amorcilló en banderillas y no pudo hacer nada con el. Roca Rey se encontró un tercero de nulas opciones. Mucho cambió con el sexto, un toro al que exprimió hasta meterse en tablas con el.
Alejandro Talavante saludó al primero de la tarde con una brega bien llevada por abajo, con la que lo metió en la seda ganándole terreno hasta sacarlo a los medios. Tras un gran tercio de banderillas, el diestro extremeño salía a los medios para brindar al respetable. Después iría al encuentro con el animal para recibirlo genuflexo y tantearlo por ambos pitones, pero siempre tirando del astado hacia adelante, ganándole terreno hasta sacarlo del tercio. Poco a poco fue cautivando a los tendidos en los primeros compases. Siguió por el derecho, pero el viento molestaba, aun así empezó a encontrar el acople, pasándolo con cadencia, despaciosidad y temple. Se asentó y lo ligó a su alrededor. Cambió al natural, tocándolo con firmeza en el morrillo. Sin embargo, acabó basando la faena en la alternancia de pitones, encontrando el lucimiento en los pases robados en la corta y media distancia. Acortó el último tercio y lo pasaportó con acierto.
Al segundo de la tarde salió a saludarlo Cayetano Rivera. Sin embargo, le costó adentrarse en los vuelos de su capote, de hecho, nunca terminó de hacerlo, el saludo se basó en una brega llevada por abajo en la que el viento también molestó. El quite de Andrés Roca Rey le quitó la respiración a más de uno, esperándolo de espaldas, aguantándolo para que pasara. Se alcanzó la faena de muleta, la cual decidió iniciar junto a las tablas, para pasarlo por ambos pitones, bajándole la mano, dejando la rodilla en el albero. Un inicio muy torero en el que dosificó las embestidas. Decidió continuar con la mano derecha, buscándolo de frente, para después abrirle el compás y llevar de uno en uno a un astado que se dejaba llevar, humillaba y atendía con prontitud. Cambió al natural, buscándolo a pitón contrario, dejando que los vuelos, una vez dentro, marcaran su tendencia, pero siempre devolviéndolo a la tela. Le dio tiempo y sitio entre tandas, dejando que el animal recuperara para volver a las series de exigencia. Volvió al pitón derecho y el de Hnos. García Jiménez seguía pasando, atendiendo a la franela. Al natural una vez más, le echó el engaño a la cara, pero cada vez le costaba más pasar. Falló con los aceros.
Roca Rey no logró estirarse con el primero de su lote, solo pudo bregarlo y conducirlo, sin lucimiento alguno. Destacó Sergio Molina en el tercio de varas, dejando un buen y corto puyazo. Se completó un gran tercio de banderillas Viruta saludó una sonora y merecida ovación. Así, se cambió de tercio y el peruano, sin prisa alguna, lo cambió de terrenos, tirando del animal hasta sacarlo del tercio y empezar a llevarlo por el pitón derecho. El de Hnos. García Jiménez era algo pegajoso y se vencía en alguna ocasión, así que el tira y afloja solo acababa de empezar para Roca Rey. Volvió a tirar del astado, volviendo a cambiar los terrenos, pero manteniendo el pitón derecho con temple, despaciosidad y muchos mimos. Embestía a dos tiempos, arremetiendo con violencia y sin pulcritud al natural. La faena no estaba tomando vuelo y, aunque, el peruano se empeñara en pasarlo, los tendidos se empezaban a impacientar. Le metió la mano con acierto y determinación.
Marcaba el ecuador del festejo Alejandro Talavante, que salió a no dejarse nada en el tintero, a por todas, en un saludo lucido y variado en su inicio, después sería la brega la que tomara la voz cantante, ya que el animal no le permitió estirarse. El extremeño brindó a Roca Rey para después trastear al segundo de su lote por ambos pitones, con suavidad y despaciosidad. Una vez fuera del tercio, lo esperó en los medios, con la muleta montada sobre la mano derecha. Lo pasó, pero sin poder exigirle demasiado por abajo, ya que perdía las manos. Cambió al pitón izquierdo, sin terminar de encontrar el acople con un toro que no terminaba de pasar y que le buscaba los pies. Tuvo que perderle pasos y reestructurar, encontrando los pases de transmisión con la mano baja y ceñidos a la cadera. Cada vez le costaba más pasar, teniendo que insistirle en el cite. En aquellos pases incompletos, el extremeño encontró la medida. Mantuvo el peso de la faena bajo el mando de su muñeca izquierda. Pase a pase, mirando al tendido y bajándole la mano en las distancias cortas, había encontrado las transmisión con el tendido. El animal no tenía nada, noblón, sin clase ni raza, Talavante vio en el las opciones para lucirse, con un poder absoluto de ordeno y mando. Culminó por manoletinas y una única estocada a la que le seguiría el golpe de verduguillo.
Cayetano se había metido al respetable valenciano en su bolsillo, recibiendo al segundo de su lote con dos largas cambiadas de rodillas, que después continuó con verónicas. En el tercio de banderillas, el animal se amorcilló en tablas, por lo que, tras el brindis, tuvo que ir Cayetano a buscarlo para sacarlo de allí. Se agarró a la madera, pero el toro no quería saber nada de él. Trató de sacarlo, pero se frenaba, resistiéndose a abandonar la querencia. Sin más remedio, se volvió a agarrar a la madera y lo pasó como pudo. El de Hnos. García Jiménez no salía de allí, no hubo manera, Cayetano tiró una y otra vez de el sin éxito, así que tomó la espada y lo tuvo que matar en los terrenos que había marcado desde el inicio. Logró meterle mano y matarlo con acierto absoluto.
Roca Rey y el sexto de la tarde se encontraron con cierta intermitencia en el saludo capotero. El público protestó a lo largo del tercio de varas, pidiendo el cambio, pero en banderillas los de plata se lucieron, saludando una merecida ovación. Roca Rey brindó desde los medios, para así, comenzar la faena de muleta. Lo haría cerca de las tablas, por estatuarios, con quietud, pasándolo por ambos pitones, sin rectificación alguna. El toro se arrancaba con viveza y seguía el engaño, sin embargo, había que dosificarlo para que le aguantara la faena completa. El peruano probó en la larga distancia y el animal acometió, lo que no pudo fue bajarle la franela, ya que rápido perdía las manos. Le mantuvo la media altura, perdiéndole pasos, pero ligando, tratando de que no parase. Sobre el pitón derecho, lo citó con firmeza, buscándolo a pitón contrario, para después asentarse y pasarlo a su alrededor, con acople y trasmisión. El de Hnos. García Jiménez tenía un tranco mansino pero obediente y repetido, que al final le permitió al peruano encontrar la ligazón. Al natural, toreó al compás de los "olé" que el público le expresaba, aunque en un tira y afloja con el sitio y las distancias, teniendo que perderle pasos, pero enroscándoselo a su alrededor. Terminó metido en tablas y entre pitones, queriendo sacarle hasta las últimas embestidas. Mató con aseo y acierto al primer intento.
Plaza de toros de Valencia. Toros de Hnos. García Jiménez para Talavante, oreja y vuelta al ruedo; Cayetano, palmas y ovación; Andrés Roca Rey, silencio y ovación.
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