Entre el poso y la raza
Crónica
PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ
Tarde de "No hay billetes" en Las Ventas que pasó por alto. Los matadores de toros Uceda Leal, Morante de la Puebla y Sebastián Castella se midieron a los Toros de El Torero y José Vázquez. El encierro no dejó las opciones que se esperaban. Fueron manejables, pero poco cooperativos en la lidia. No terminaban de pasar, como fue el caso del segundo y el quinto, el lote del sevillano, que los mostró, argumentando así que los pasaportara. No tenían nada para ofrecer. Sería el cuarto el más destacado, en manos de Uceda Leal, que lo exprimió con poso y pureza por el pitón izquierdo cortándole una oreja de peso y que el público pidió con fuerza. El francés brilló en una tarde gris, dejando pinceladas con el primero y clases de raza, valor y terrenos con el sexto, que lo prendió hasta en dos ocasiones.
Uceda Leal y "Vigilante" abrieron la tarde con un saludo capoteo bregado en el que fue conduciendo la embestida del animal. Se disfrutó de un importante tercio de banderillas antes de llegar a la muleta. El diestro inició la faena con un tanteo genuflexo en el que el animal perdía las manos. Siguió con el trasteo por ambos pitones sin alcanzar a sacarlo del tercio. Sería justo en la raya donde dejara la primera tanda. La faena estaba pasando desapercibida ante la lluvia. Uceda, mientras tanto, le adelantaba la mano, enganchando la embestida con suavidad, sin llevarle la contraria, sin forzarlo, cuidando cada embestida. Le dio tiempo y sitio, ayudándolo a recuperar. Siguió con el toreo al natural, pasándolo y sacando lo poco que tenía. Cambió la ayuda por la espada y falló con lansuerte suprema.
Salió el segundo de la tarde, un toro al que frenó Morante de la Puebla primero bregó y después lució a la verónica, con gusto y despaciosidad, ganándole terreno. Se alargó en exceso el tercio de varas, siendo muy protestado entre los tendidos. Se alcanzó la faena de muleta y el diestro sevillano lo esperó junto a tablas, para probarlo por ambos pitones, buscándolo por abajo. Ya en la raya dejó algún pase por alto, para después tomar la muleta sobre la mano derecha. Lo llevó en paralelo, con pases abiertos que le mostrarán la salida. Se la mostró, haciendo un intento de citar pero sin pasarlo. Hizo un amago y fue directo a por la espada, pasaportándolo.
Castella saludó al primero de su lote y tercero de la tarde. No pudo lucirse con el animal, un toro con el que se encontró bajo los terrenos del siete y con el que culminó en los medios, recogiendo y fijando la embestida. No se le picó en el sitio, teniendo que buscarlo más allá de la raya para que se arrancara. Por fin se cambiaba el tercio, pasando el de banderillas de puntillas, aunque destacando a Chacón. En la faena de muleta, se empezó a lenvantar el viento, por lo que Castella mojó los vuelos. Lo recibió en el trasteo por abajo, genuflexo, sometiéndolo. Aunque el animal iba justo y se quedaba corto, el francés encontró aquel acople inicial. Se cruzó y empezó a llevarlo en el toreo al natural, estirando el recorrido, limpiando el muletazo, encajándose para pasarlo alrededor de su cintura. Cambió al pitón derecho, con repetición, aunque con un recorrido más corto. Fue más exigente, con una embestida que no fue del todo armónica, pero sí con ritmo. Aquello facilitó la ligazón y el calado en los tendidos. El diestro siguió exprimiendo aquel pitón derecho, que cada vez se paraba más y había que aguantarlo. Recuperó el toreo al natural, tocándolo con insistencia en el morrillo. Dejó una gran estocada con la que el animal dobló de inmediato.
"Salinero" y Uceda Leal marcaron el ecuador del festejo con un saludo capotero variado en el que se pudo lucir, estirándose momentáneamente. En el tercio de banderillas sobresalió el Niño de Aravaca, después de dejar unos pares extraordinarios en la cara del animal. Se cambió el tercio y tras un ligero trasteo de clase y técnica, lo cambió de terrenos, llevándoselo a los de "sol". En el tercio y en paralelo, lo ligó con ritmo en el toreo al natural, con un trazo largo de media altura en el que también le mostró la salida. Sin embargo tuvo que bajarle la mano, evitando así que afeara el natural soltando la cara. Montó la muleta sobre la mano derecha y allí en el tercio se lo envolvió a su alrededor, pero sin tanta armonía como pudo encontrar al natural. Así que recuperó la mano izquierda para dejar aquel sabor de poso y delicadeza en la tela con la que acarició las embestidas con dominio. Volvió al pitón derecho, obligándolo por abajo, cerrando así la faena para cambiar la ayuda por la espada. Se tiró con todo, hundiendo el acero en el sitio.
Morante saludó al quinto con una brega bajo los terrenos del siete, sin lucimiento. El animal empezó a manifestar que estaba decompensado, se le hacía cuesta arriba. El público protestó y pidió con insistencia el cambio, pero el presidente no otorgó. Se alcanzó el último tercio y Morantelo esperó en el burladero de sol para trastearlo por ambos pitones, pasándolo, dejando algún que otro pase por abajo. Tomó la franela sobre el pitón derecho, tratando de arrancarle unas embestidas que el animal no le podía dar, quería pero no podía. Arremetía como buenamente pudo, sin entregarse en las demandas del diestro. El sevillano cambió al natural, uno a uno, sin continuidad ni ligazón. Simplemente pasaba. Mató sin acierto.
Cerraban la tarde "Jopillo" y Sebastián Castella con un saludo capotero en el que encontraron el punto al que llevarse. Agustín Romero dejó uno de los mejores puyazos de la tarde, con un toro que se arrancó y entró al caballo. Al alcanzar la faena de muleta, el público estaba entregado, habían disfrutado de los tercios anteriores, por lo que se mantuvieron expectantes. En el inicio lo probó por ambos pitones, pasándolo por abajo, ganándole terreno hasta sacarlo del tercio. Escogió el pitón derecho para continuar, no sin antes dejarle tiempo y sitio. Los primeros compases los desarrolló entre el temple y la cadencia, pero sin permitir la expresión completa. El animal salía ajeno de la franela y Castella trató de sujetarlo con la tela en el morrillo. Mucho toque continuado para que no se le fuera, pero el animal ya había cantado. Cambió al natural, metiéndose entre pitones, en terrenos tan comprometidos que terminó por prenderlo feamente hasta en dos ocasiones. Ni se miró decidió seguir, pero el astado le había cogido la medida. Continuó, imponiéndose con raza y valor. Le metió la mano con aseo.
Madrid. Toros de El Torero para Uceda Leal, silencio y oreja; Morante de la Puebla, silencio y silencio; Sebastián Castella, oreja y ovación.
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