Fernando Adrián, rotundidad y Puerta Grande en la Beneficencia
Crónica
PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ
Madrid celebraba este sábado 17 de junio la corrida de toros de Beneficencia, una tarde en la que los triunfadores del serial sanisidril se daban cita. Sebastián Castella, Emilio de Justo y Fernando Adrián se midieron a los de Juan Pedro Domecq (2º, 4º y 6º), Daniel Ruiz (1º y 3º) y Victoriano del Río (5º). Un encierro variado y de muchos matices, siendo muy exigentes en la tela y no conformándose con los muletazos a medias. Pedían el carné en técnica, distancias y altura, dejándose ver y degustar cuando se les hacían las cosas bien. Destacaron el cuarto y el sexto, ambos de Juan Pedro Domecq, que se entregaron en las faenas de Castella y Fernando Adrián. Precisamente, este último es el nombre de la tarde y de lo que llevamos de Temporada en Madrid. Se lanzó con todo, con un toreo puro y de mucha verdad, en el que las distancias cortas marcaron la diferencia. Castella siguió en su concepto, buscando nuevas fórmulas, pero sin demasiado acierto con la espada, al menos con el primero de la tarde, quizá abrir cartel le pesó, porque su actuación fue buena, pero el público estaba frío con él. Fue en el quinto con el que alcanzó la vuelta al ruedo, pero no el triunfo. Emilio de Justo no terminó de encontrar acople ni de romperse con los de su lote. Tampoco estuvo demasiado certero con los aceros.
"Juguetón" de Daniel Ruiz abría la tarde en Madrid en las manos de Sebastián Castella, quien lo saludó con alegría, torería y despaciosidad, mientras lo sacaba a los medios. En el quite, el astado se llevó por delante al diestro al francés, que lo estaba desarrollando por saltilleras. Volvió a la cara del animal y culminó el quite. Al alcanzar la faena de muleta se fue a los medios y desde allí con un pase cambiado por la espalda empezó a pasárselo, sin probaturas. Siguió por el pitón derecho, bajándole la mano en un trazo envolvente y curvilíneo, con el que lo fue metiendo en la faena. Limpiando sus salidas, en las que soltaba la cara. El animal atendía con obediencia y prontitud, aunque con algo de incertidumbre en su salida. Cambió al pitón izquierdo, toreándolo al natural con los vuelos, encontrando el acople y la pulcritud, haciéndolo pasar como la seda. Recuperó la mano derecha y, a pesar de que el animal cambiará el compás de su embestida, seguía pasando. Por ese motivo, el francés le aguantó la tela en el morrillo, sin dejar de tocarlo. Se lo pasó por donde quiso y es que el de Daniel Ruiz seguía acometiendo. Cerró por manoletinas, muy ceñidas. Hundió el acero al segundo intento, con acierto.
Emilio de Justo recibió al primero de su lote y segundo de la tarde de rodillas, dejándole una larga cambiada junto a las tablas. Después, se levantó y siguió hasta sacarlo del tercio. Inició el trasteo en la muleta, sin dejar de andarlo, sacándolo a los medios, encontrándose con las dificultades del viento. Tras aquel tanteo, continuó sobre el pitón derecho, sin terminar de acoplarse, sus salidas eran agrasivas y le soltaba la cara. El diestro decidió cambiar los terrenos, para empezar a emplearse por abajo, sin embargo, el Juan Pedro Domecq le pidió el carné con las alturas. En cuanto le tocaba la tela se descomponía, sin permitir ahormar la faena. Al natural lo fue pasando uno a uno, conforme se los iba tragando. Dejó que los vuelos y la firmeza del toque arrastraran su embestida para darle cuerpo al pase. No se le podía agobiar en el morrillo, porque se defendía, necesitaba su sitio y su distancia. Volvió al pitón derecho, sin nada que decir. Lo mató con aseo.
Fernando Adrián salió al tercio para encontrarse con el tercero de la tarde, un toro con el que poco pudo lucirse y que le fue apretando en tablas. A pesar de las sonoras y notables protestas en contra del animal, el presidente no accedió a sacar el pañuelo verde, por lo que el diestro inició la faena de rodillas, pasándolo por ambos pitones, hasta que al cambiar el pase lo prendió. Siguió toreando, ya levantado y en el tercio, pero sin poder exigirle, el animal acababa perdiendo las manos en cuanto se le bajaba la franela. Lo llevó a media altura, en tandas cortas en la que trató de abrirlo todo lo que pudo para no echárselo encima. Sacó lo que pudo de un Daniel Ruiz que no se encontraba en plenas condiciones y con el que se arriesgaba a que le echara mano. Se acabó metiendo entre pitones, apurando las distancias, pasándolo uno a uno. Finalmente, cambió la ayuda por la espada y tras pasarlo un par de veces le metió el acero, pero sin acierto, pues tuvo que descabellar.
"Relance" de Juan Pedro Domecq y Sebastián Castella marcaron el ecuador del festejo con un saludo capotero suave y de poco lucimiento, en el que lo llevó y metió en los vuelos de su capote. Chacón dejó un interesante y buen tercio de banderillas, siendo ovacionado al término. El francés brindó desde los medios y después inició la faena genuflexo, bajo los terrenos del siete. Lo pasó por ambos pitones, ganándole terreno y dejando una de sus rodillas en el firme. El inicio de la faena convenció y gustó al respetable. El de Juan Pedro Domecq tenía ritmo y se movía en la faena del francés, así que decidió darle sitio y tiempo entre tandas, dosificando sus embestidas. Al natural, le echó los vuelos al morrillo y el animal se deslizó en la tela, sin ser tan pulcro y definido como lo fue por el derecho. No permitía errores, así que recuperó la mano derecha, perdiéndole pasos y siguió llevándolo, aunque aguantando las miradas y parones de un animal casa vez más parado y corto en el trazo. Siguió y alargó con un toro que seguía entrando en la tela a base de toques y mucha voz. Mató al primer intento, con acierto.
El segundo del lote de Emilio de Justo salió suelto de salida. Sin embargo, el extremeño logró meterlo en el percal, envolviéndolo con gusto y despaciosidad, mientras le iba ganando terreno. Fernando dejó un buen quite por saltilleras, del gusto de Madrid. Lo esperó y citó en la larga distancia, iniciando así el último tercio. No hubo probaturas previas, después siguió sobre el pitón derecho, bajándole la mano, tratando de templar y de dar forma a las embestidas, algo caóticas. Era un tira y afloja entre romperse con el y echárselo a los riñones. Cambió al natural y encontró una serie más pulcra y depurada, con una embestida que seguía el engaño, pero que en cuanto lo tocaba se descomponía. Marcó con la ayuda el recorrido, tratando de que su paso por la tela no se afeara. Se percibieron pinceladas, una de cada cuatro muletazos. Lo llevó, pero aquella faena no estaba llegando a los tendidos. Logró robarle las embestidas a base de insistir y de ponerse, pero el toro te daba una de cal y otra de arena. No tuvo demasiado acierto con la espada, aunque logró hundirla al segundo intento.
Fue comedido el saludo de Fernando Adrián con "Secuestrador" que cerraba la tarde en Madrid. Prieto fue ovacionado al concluir el tercio de banderillas, tras dejar los palos con acierto y expresión. El diestro se fue a los medios para recibirlo en la franela, dejando un pase cambiado por la espalda, sin probaturas. Siguió en aquellos terrenos, alternando pases sin moverse, sin rectificar. Ligó muletazos, uno con otro, dejando una primera tanda en la que no había final. El animal acometía con prontitud, manteniéndose fijo en el engaño, permitiendo que el diestro se lo pasara por donde quisiera. La faena estaba calando hondo en los tendidos. Se la puso abajo y tiró de la embestida, envolviéndosela alrededor de su cintura. El animal, con unas muy buenas condiciones, encontró unas manos jóvenes, pero muy templadas que torearon con poso y cabeza. Decidió no alargar la faena y se fue directo a por la espada. Cerró, no sin antes volver a mostrarlo por el pitón izquierdo, pasándolo a cámara lenta, aunque no tan lucido como por el derecho. Se tiró con todo.
Madrid. Toros de Juan Pedro Domecq y Daniel Ruiz para Castella, ovación tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso; Emilio de Justo, silencio y silencio tras aviso; Fernando Adrián, silencio y dos orejas.
Comentarios
Publicar un comentario