Un océano sin agua
Crónica
PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ
La plaza de toros de Las Ventas acogió un "casi lleno", en el que la tarde decepcionó. En el cartel se anunciaban los matadores de toros Diego Urdiales, Pablo Aguado y Francisco de Manuel, que se midieron a los de la ganadería de El Pilar. El encierro no dio juego, apagó la tarde poco a poco, llevándose consigo cualquier opción de triunfo. No tuvieron fuerza ni entrega, manseando incluso. De hecho, dos de ellos obligaron al presidente a sacar el pañuelo verde, que al ver las condiciones de los animales, no se le resistió. El segundo sobrero, que se lidió en tercer lugar, fue de Conde de Mayalde, con embestidas muy defensivas, complicando la labor en la tela. La terna solventó como pudo la tarde, con faenas cortas y venidas a menos. Buscaron las opciones y las teclas por ambos pitones, sin obtener demasiados resultados. Francisco de Manuel dejó la única vuelta al ruedo del festejo tras una petición, aparentemente, mayoritaria. Fue después de estoquear al tercero de la tarde, un toro áspero al que le echó valor, técnica y recursos. Más aún después del percance sufrido en los primeros compases, que inició de rodillas y que el animal lo levantó violentamente. El sexto llegó algo más entero a la franela, pero después de probar el pitón izquierdo, cuando quiso recuperar el derecho, el toro ya no era no tenía nada.
Urdiales abría la tarde con un toro que no permitía la expresión, salió suelto y sin empeño, frenándose. El animal que andaba justo se dejó ver en el tercio de quites, primero con Aguado y después con la réplica de Urdiales. Se inició la faena con un trasteo por abajo, con el que le fue ganando terreno hasta sacarlo más allá del tercio. Siguió por el pitón derecho, pero el animal había quedado claramente mermado, por lo que Urdiales lo llevó entre algodones. No le bajó la mano, sino que continuó la altura del cite, abriéndolo y, en ocasiones, echándoselo encima. Se movía a base de arreones, soltando la cara, queriendo más que pudiendo. Cada vez era más incierto, no había posibilidades para expresión ni triunfo.
Aguado saludó a "Guajiro", con el que se pudo expresar más fuera del tercio, ya en los medios. Nadie desaprovechó el quite, dejando un buen sabor de boca el joven diestro madrileño, con la correspondiente respondiendo réplica de Aguado. Se cumplió con aseo el tercio de banderillas, dando paso a la faena de muleta. El sevillano brindó y en los terrenos del cinco, junto a tablas, empezó a pasarlo, andándolo y ganándolo terreno, en un pase largo. Tomó la franela con la mano derecha y por abajo, le siguió llevando en el trazo largo, con acople, limpiando el muletazo. Eso sí, para empezar la serie había que fijarlo con firmeza y mucha voz, ya que le costaba atender aquel primer cite y seguir después los engaños. La continuidad se fue perdiendo. Cambió al natural, tratando de exigirle abajo, pasándolo de uno en uno, aguantando el compás que el animal marcaba, sin transmisión. Alguna que otra pincelada hubo, pero casa vez se fue metiendo más en tablas. Tenía que rectificar después de cada muletazo, perderle pasos, colocarse y pasarlo de nuevo, encontrando el sitio. Pasó en falso con la espada.
Francisco de Manuel recibió al primero de su lote después de que este corriera la plaza. Después, con una brega llevada en la que lo abrió y ganó terreno, logró lucirse fuera del tercio. Después de las protestas, unas protestas que se adueñaron de los tendidos, el presidente sacó el pañuelo verde. En su lugar salió "Dudeto", el primero sobrero de la tarde y también de la ganadería de El Pilar. Un nuevo toro protestado de salida, suelto y que no permitió la expresión al diestro. Aquel primer sobrero se caía continuadamente, por lo que se le devolvió a chiqueros. En su lugar salió el segundo sobrero, un toro de Conde de Mayalde que mostró fuerza, movilidad y celo en el capote de Francisco de Manuel. Se alcanzó el último tercio y el espada se puso de rodillas, en la raya, para recibirlo en la muleta. En uno de los pases lo levantó feamente pudiendo esperarse lo peor. Se recompuso y volvió a la cara del animal, toreándolo sobre el pitón derecho. Sin embargo, no atendía al cite y cuando lo hacía iba directo al cuerpo, venciéndose. Por lo que tuvo que llevarlo muy tapadito, dejándole la tela en el morrillo. El animal no terminaba de pasar, por lo que dejaba arreones defensivos en los que le fue soltando la cara. Fue al natural, dejándosela muy puesta, cuando logró robarle algún que otro pase. Metió la mano con habilidad, dejando una buena estocada.
Urdiales y "Guajiro" marcaron el ecuador del festejo con un saludo bregado y suelto. El diestro bordeó las tablas, probándolo por ambos pitones ya en el tercio, sacándolo pase a pase, muy despacio. El de Pilar no tenía fuerza y en cuanto se le apretaba por abajo perdía las manos, así que le levantó la tela, lo abrió y pasó en largo. Siguió insistiendo sobre el derecho, pero cada vez se desentendía más de la franela, saliendo suelto, pasando con la cara por encima del estaquillador. Soltaba la cara, atravesando la tela con desgana, sin ningún tipo de entrega. Se cambió la franela de mano, mostrándolo por el izquierdo, pero el comportamiento era muy similar. No había nada que exprimir del cuarto. Lo pasaportó.
Pablo Aguado logró alguna que otra pincelada con el capote, algún lance, pero sin que pudiera expresarse con el animal. Dominó la brega. Se había cambiado de tercio y los de plata seguían pasándolo por el capote. Fue bajo los terrenos del uno, donde Aguado iniciara el tanteo, breve y sin demasiado contenido, ya que el animal no se movía. Logró sacarlo del tercio, tomando la franela con la mano derecha, pasándolo de uno en uno, colocándose después de cada muletazo. Lo atacó abajo, pero el toro estaba a todo y a nada. Los primeros compases se acabaron basando en el tira y afloja de sacarlo del tercio. El de El Pilar era reservado, andaba en la tela sin ningún tipo de entrega, manseando y llevando la faena a las tablas. Mató sin acierto alguno.
Francisco de Manuel frenó y bregó al segundo de su lote para, primero meterlo en el percal y después estirarse por verónicas. Se cumplió un tercio de banderillas bastante completo en el que destacó Juan Carlos Rey con los palos, dejando dos pares que fueron muy ovacionados por el respetable. En la faena de muleta, Francisco brindó y, seguidamente, sobre el pitón derecho encontró la movilidad y repetición. El de El Pilar se movió y el diestro lo aprovechó, tomando la inercia, citándolo arriba y después bajándole la mano paulatinamente, mientras se lo envolvía alrededor de su cadera. Cambió al pitón izquierdo, algo más defensivo y corto, no terminaba de cumplir al natural. Era irregular e incierto, así que tuvo que buscar el sitio, cruzarse, echarle los vuelos al morrillo y tirar de la embestida con suavidad, aguantando y depurando las asperezas. Perdió los pies y cayó frente al animal, pero este no hizo por él, así que volvió, ahora ya recuperando el pitón derecho, pitón por el que la faena tomaba algo más de vuelo. Cada vez tenía menos, no humillaba, le soltaba la cara y lo buscaba. Hizo que el animal se acabara tragando los pases. Falló con la espada.
Madrid. Toros de El Pilar para Diego Urdiales, ovación y silencio; Pablo Aguado, ovación tras aviso y silencio; Francisco de Manuel, vuelta al ruedo y silencio tras dos avisos.
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