Cagancho, en busca de la policía
Anécdota Taurina
LUIS MUÑOZ
Hay toreros a los que el miedo les hace perder la razón. El genial Joaquín Rodríguez Cagancho, torero de los ojos verdes y gran artista, fue incapaz de ponerse delante del toro en algunas ocasiones, como le ocurrió en la plaza de toros de Valladolid:
Llevando ya oídos dos avisos en su primer toro, se metió en el callejón decidido a no seguir toreando, aguantando un huracán de protestas. “Déjeme, déjeme en paz,” respondía irritado y fuera de sí el bien peinado torero que, a su lado, le decían:
- ¡Ahora mismo váyase usted hacia el toro! y que ante los oídos sordos con que recibió su exigencia, se identificó:
- ¡Le he dicho que vaya usted al toro! ¡Soy el comisario de policía!
-¡Hombre! ¡Si a usted precisamente era a quien buscaba yo dijo Cagancho! Y se agarró al brazo del comisario como una lapa. Señor Comisario, que ese toro está toreado, que la mirada es muy traicionera.
Y una vez más Cagancho terminó en la cárcel.
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